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Del incendio y más.


Como la luz se va tan a menudo, las chicas de la residencia han comprado velas. Nosotras no, porque sobrevivimos con la lucecita del móvil de la médica. Ayer, con el apagón, volvemos a reunirnos aunque esta vez no cenamos, porque Pauline (la de la pipa) ha quedado con una amiga, así que sólo seguimos nuestras reflexiones sobre culturas y religiones. Esta vez me dice que tenga cuidado con la gente porque soy blanca, y me van a intentar timar y aprovecharse de mí, y la médica le dice que no me llame white, que es un término muy despectivo. Así que cuando son racistas nos llaman así, y aprendo una cosa más.

Pauline se fue a cenar y nosotras nos quedamos jugando al Uno a la luz del móvil, y cuando volvió la de verdad cenamos y nos pusimos a ver una peli ya empezada, porque como los apagones son a las 9, nos perdemos todos los principios. Una chica de otra habitación pasó por nuestra puerta, porque iba a lavarse los dientes, y volvió diciendo algo que no entendí. La médica salió asustada y yo fui a ver qué pasaba, sospechando que habían encontrado otra rata, y vi un humo muy negro salir de la habitación de Pauline. La médica se acercó hasta la puerta. Sonaba como si alguien estuviera haciendo palomitas. Nos pidió agua y empezamos a llevar cubos, pero el humo se extendía y empezamos a llorar, y ante este panorama yo decidí salir fuera. Ellas cogieron sus cosas y salieron también, así que entré a por mi mochila de cosas básicas y a por el bolso. Y con todo esto me planté en la puerta. El humo ya había llegado hasta el salón y ellas intentaban llamar al casero pero no lo cogía. Todo esto estaba pasando en una mezcla de inglés e hindi que yo no conseguía entender muy bien.

Empezaron a llegar hombres que entraban y salían de la casa, nosotras llenábamos cubos desde fuera y se los dábamos, y la médica estaba dentro también, y salía llena de ceniza y llorosa. Las del piso de arriba también bajaron a ver qué pasaba. Llamaron a los bomberos pero no vino nadie, y al final consiguieron apagar el fuego, pero las cosas de Pauline estaban, obviamente, destrozadas, y es que resulta que se debió dejar una vela encendida encima de la televisión, con el consecuente destrozo. De hecho, nos dicen que menos mal que lo hemos visto, porque si no igual habíamos echado todas a arder…

Se crea la incertidumbre. La casa está llena de humo y nos dicen que nos esperemos una hora, así que convencemos al del bar de al lado para que deje abierto y nos dé café (a mí no) y cuando volvemos allí está el casero para decirnos que no pasa nada, que podemos dormir en la residencia porque ya está todo apagado y bien. Sólo nos quedábamos tres, porque la médico y su amiga se iban a casa de no sé quién porque tenían que ir al aeropuerto a las 4 de la mañana y las otras chicas habían conseguido amigos que las acogieran. La médica, que a estas alturas de la historia ya se ha convertido en la madre que tranquiliza a todo el mundo y en la heroína oficial de la historia, nos llevó a parte y nos dijo que ella opinaba que era bastante tóxico lo que nos estaba pasando y que no nos quedáramos, y así se lo hicimos saber al señor. No pareció gustarle mucho aquello pero no le quedó más remedio que ofrecernos alojamiento en su casa, después de comentarme, al ver mi cara, que debería estar alucinando por estas cosas que pasan en estos países, que seguro que no pasan en el mío. Y como efectivamente estaba alucinando un poco y no le conocía de nada, no le dije que era más por la situación que por lo extraño en sí, porque si en España dejas una vela encendida encima de una tele casi seguro que la lías parda también.

Así que esperamos un rato y nos lleva a su casa, que es la de al lado de la nuestra. Para empezar subimos unas escaleras de palacio de sultán y pasamos al salón, en el que entra toda nuestra residencia, y cuya pulcritud demuestra que la fauna con la que convivimos no es costumbre de la familia, a ellos no les deben gustar las cucarachas. Además tiene cuatro sofás bien grandes, por lo que deduzco que o son muchos miembros o de vez en cuando invitan a media ciudad (o a los 200 mosquitos de nuestra casa).

Y nos lleva a la habitación, que sólo tiene una cama, pero es una cama redonda en la que entramos perfectamente las tres sin tocarnos. Voy a subrayar esto: es una cama redonda gigante. Supongo que si en mi cabeza alguna vez había cruzado la posibilidad de que las camas redondas existieran fuera de las películas, no me la habría nunca imaginado con sábanas rosas con ositos, pero así era esta. El baño, sin embargo, tiene la misma ducha indefinida y tampoco tiene papel higiénico (sí ese grifo que le ponen al lado a los váteres), así que confirmo el aspecto cultural del detalle.

Dormimos y por la mañana volvemos a la residencia a ver en qué estado la encontramos. Toda negra y llena de cenizas, en absolutamente todas las habitaciones. No tocamos nada, yo me voy a trabajar sin cambiarme, y nos prometen haberla limpiado para por la tarde.
En la lista de cosas por confirmar estaba que la chica que me lleva al trabajo no me hace ni caso, y confirmado queda. No sé si es porque no me entiende, porque yo tampoco la entiendo a ella, o porque no le dejan hablar conmigo (es una especie de sirvienta, que va descalza por la escuela y que hace todo lo que le mandan, y a la que nadie habla si no es para pedirle cosas. Ella va a por mi comida y no se me permite ir ni a coger folios porque los trae ella. Pero a mí me incomoda inmensamente que lo haga todo por mí y que además no me hable, y no sé cómo evitarlo), pero le digo que se me acaba de quemar la casa y me dice “sí sí, aham”, moviendo la cabeza así como lo hacen ellos (de un lado para otro, como cuando nosotros queremos decir no sé, o regular, movimiento oreja – hombro… creo que para ellos eso significa sí.), y no sé si realmente no me ha entendido, si no me escucha, o si le importa bastante poco. ¡Y yo necesito contarle a alguien lo que me ha pasado!

Llegamos a la escuela y se lo cuento a la otra, a la que tampoco parece interesarle mucho mi apasionante historia, pero al menos la recibe, y tengo mi primera clase con tres niñas que tienen clases particulares para ponerse al nivel de los otros, y así poder seguir el curso normal. Después paso todo el día repasando exámenes para que no haya errores y corrigiendo otros. La necesidad de hablar con alguien se hace cada día más apremiante. No es que me sienta sola, porque al menos ahora tengo acceso a internet, es que me siento… ¡ignorada! Intento entablar conversaciones, más o menos estúpidas, pregunto sobre cultura, sobre comida, sobre lo que veo, sobre el tiempo, sobre cualquier cosa… y nada. Sólo pienso, y pienso, y pienso, y doy más vueltas, y ya no queda nada más en qué pensar, ¡ya está todo analizado!

Después de la escuela me llevan a MG (de Ghandi) Road. Allí más tiendas, más restaurantes, pero más orientalizado, todo. Paseamos, comemos maíz, y de vuelta a la residencia.

Las cosas sí están más limpias, pero tampoco en profundidad, así que al tocar el interruptor me lleno de ceniza otra vez, y no hay luz en el baño… y no sé cómo me voy a duchar. Les preguntaré a mis nuevas amigas con las que duermo en camas redondas, porque las otras dos hoy están de viaje. De momento he vuelto a mi habitación, he rehecho la cama, he olido un poco para ver si iba a intoxicarme esta noche, y he cerrado la ventana porque prefiero la intoxicación al ruido que me aturde enormemente, sobre todo a esta hora, y me crea un extraño estado entre ansiedad e insomnio. Además me da miedo enchufar la tele, y sólo oigo coches.

Se fue la luz otra vez. Hoy más pronto que otros días. Si me arrepiento de no haber traído algo, o de no haberlo ni siquiera pensado, es del frontal, que no sé por qué no se  me ocurrió. Veremos qué depara la noche… ¡que al final nunca es tranquila!

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6 cerca de veras!:

Criscaa dijo...

Que se te queme la casa es lo que te faltaba, aunque alomejor eso acaba con los bichos y cucarachas.

La médico es toda una líder, eso parece perdidos, y una lucha por sobrevivir. Te mandamos un frontal cuando nos des la dirección!

Empieza la cuenta atrás para tu nueva residencia, mientras tanto con tanto fuego, haznos señales de humo, que es muy indio eso! (aunque de otro tipo, parece) :P

Animooooooo :)

Antonio y yoanna dijo...

jooooooooooooooooooooooder

Antonio y yoanna dijo...

la historia del incendio me ha tenido en vilo... no se si ha sido para tanto, o es que eres muy buena escritora y nos mantienes con la emocion hasta el final (creo que quizás sea mas de lo segundo). de momento yoa y yo estamos superenganchados a tu blog y estamos esperando con ansias la peli, para ir a verla con crisca y criticar las escenas "básicas" que se han saltado. UN BESOOOOOOOOOOTE

Antonio y yoanna dijo...

POR CIERTO... nosotros tambien queremos tu direccion para buscarte en el google maps y ver donde vives con el "street view"... tambien vendria bien la del cole y eso, porque asi nos hacemos una imagen de las localizaciones de la peli. OTRO BESOOOOOOOOOOOOOTE

*Anaí* dijo...

Que grandes sois todos, leñe :P

Pues que sepáis que sigue habiendo bichos y cucarachas, y que no hay un sólo ápice de mentira o exageración en todo lo que he contado!!

Luego os mando direcciones.

(y voy a cambiar la letra esta, que es bastante dañina y no me lo habíais dicho...)

*Alba!* dijo...

Sí, por dios! cambia la letraaaaaa! y yo tb me apunto al cine de tu futura pelo, no me descartéis de los planes con tanta elegancia ¬¬ (o me quedo con Elena y Juan, que total, si es la peli de Anaí espero que al menos me dejes ser la mejor amiga de la prota :P)

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