Como
si nos hubieran escuchado, o para demostrar que, en el fondo, son buena gente,
las jefas nos aseguran el aumento de sueldo prometido en el contrato (aunque de
momento nos han pagado lo de siempre), nos conceden un par de fines de semana
libres para dentro de dos meses y a mí me quitan las clases el primer domingo
de cada mes. Ante tanta amabilidad decidimos no castigar a nuestro karma, dejar
de quejarnos y quedarnos a disfrutar de la India y del tiempo que planeamos
pasar aquí en un principio. Yo prometo no volver a lanzar bombas informativas
antes de que nada suceda, porque “todo es posible en la India” y hacer planes
nunca funciona.
Esta
semana despedimos con pena a Preeti, habitual paño de lágrimas y sufridora de
injusticias, que huyó a Delhi con la excusa de estudiar español en el Instituto
Cervantes. El sábado quedamos con los españoles en un bar rockero como yo
dudaba que existieran en esta ciudad, y recuperamos el sentido de la fiesta de
nuestro país, nos volvemos un poco más patriotas recordando lo bonito que era
pasarlo bien y echar unas risas sin el miedo a sentir que todo el mundo quiere
casarse contigo o te están juzgando o examinando. Y el domingo Isabel me regaló
otro capítulo de la emocionante serie por entregas que es su vida. Con este
recupero la fe en el destino y el positivismo, todo lo que pasa tiene una
razón, y si el país más espiritual del mundo me hace olvidarlo, ella me lo
recuerda. También me lee la mano y me informa de mi inminente muerte o de una
vida extremadamente corta. Eso no me hace tanta gracia. Y el lunes salimos
decididas a visitar un templo de Hare Krisna, pero nos ponemos la falda de los
días de fiesta y el alumno de Ana, que es el que nos lleva, nos dice que así no
se puede entrar. Nos da una vuelta por un mercado musulmán que nos traslada
inmediatamente a Marruecos, pero no nos quedamos porque no hay aparcamiento (y
damos gracias, porque las faldas tampoco iban a quedar bien entre tanto burka),
así que acabamos en una tienda monísima extrahippi donde empezamos a gastar el
sueldo recién salido del banco. Y de ahí a otro bar nuevo, porque igual templos
no los conoceremos todos, pero no vamos a dejar un garito sin pisar. Allí me
confirma, el alumno, lo de la línea de la vida corta. No sabemos por qué, aquí
quién más quién menos sabe leer la mano.
Como
ya no tenemos danza del vientre (porque han decidido que nuestra profesora
china tiene que empezar otro curso y no acabar el nuestro, y nos han metido sin
consultar en algo que llaman cardio belly dancing, un tipo de aerobic mezclado
con movimientos de tripa que cansa terriblemente a las indias que sólo se
mueven en coche pero que a nosotras no nos motiva. Ahora dudamos entre
apuntarnos a salsa o a bollywood. Podéis votar a la derecha), esperamos a Rosa viendo una peli en la tele
nueva que han comprado para la escuela. Pero Rosa no llega y se vuelve a España
sin que la vea, no sin antes lanzar telefónicamente una buena y razonable lista
de improperios racistas contra la cultura, el país y sus gentes.
Y
esto me hace gracia porque no es algo que yo no haya dicho, escrito o avisado,
es la conclusión a la que todos acabamos llegando, y sin que esta haya cambiado
descubro que, o la tolerancia y los valores en los que tanta gente trabajó durante
mi educación han vencido a mi incipiente racismo, o me he acostumbrado a ello,
pero ya no me saca de mis casillas la ineficacia, la lentitud, la falta de
respuestas, la ausencia de lógica o la mentira. Son parte de lo que vivo y tan
asumido está que ya no resalta. Creo que empiezo a disfrutar cien por cien de
la experiencia porque he eliminado el estado de nerviosismo, y ahora me dejo
sorprender con cada ocurrencia.
Agradezco
el sol, disfruto de las clases y aprovecho las noches. Sigo sintiéndome sola
pero me conozco mejor y gano independencia. Y, sobre todo, me mantiene viva poder
seguir haciendo planes. Tengo mil vuelos en mente. Y echaremos a volar. (No
dudéis en avisar si os cansáis de caminar).
1 cerca de veras!:
¡Hala, cómo te pasas! Ahora vas y me haces quedar como una bruja maruja. Vamos a ver, que yo no me creo para nada lo de las líneas de la mano, así que no te preocupes tanto. Eso sí, lo importante es disfrutar de la vida que siempre es corta: veo que en eso andas y de verdad que me alegro. ¡A reservar vuelos se ha dicho! Y recuerda que para la semana que viene tenemos una cita "SPA", porque nosotras lo valemos ;-)
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