Por
lo que sea, buscar piso en Riga es una misión imposible. Para empezar, es vox
populi que septiembre es el peor mes del año para hacerlo, pero hay muy poca
solidaridad en ese comentario: amigos, a mí también me hubiera gustado saber
que venía una semana antes de hacerlo, no se puede solucionar ya. Y sí, es
verdad que todos los guiris de la ciudad estamos en la misma situación, pero
eso tampoco es un consuelo. Así que venga, vamos a buscar.
Para
empezar, son pocos los que hablan inglés. Para seguir, tampoco todos hablan
letón. Para continuar, algunos no quieren saber nada de ti si no eres ruso.
Luego están los amigos que ponen sus anuncios en facebook para darle publicidad a la habitación, y luego jamás te contestan cuando les mandas privados, les
llamas insistentemente o les persigues (no, no he llegado a hacer eso, no cunda
el pánico). Después consigues encontrar un piso en el que te contestan, y haces
una entrevista, pero no te lo enseñan, sólo se toman un café contigo. Y quieres
ver el piso, pero no, espera 10 días más, que no es nada.
Y
luego llegas a la casita. En Riga los edificios no tienen ascensores. No.
Ninguno. No, no sé por qué. Bueno, digamos que no es un país que nade en la
abundancia, y que prefieren gastar el dinero en otros lujos más necesarios,
pero me intriga saber qué hace la gente mayor: ¿no saldrán nunca de casa? ¿O
serán viejecillos fuertes y musculosos, plenamente en forma? Nunca se sabe. Es
verdad que no he visto muchos.
Y
finalmente, herencia de la época soviética (como tantas cosas), el baño, bueno,
el retrete, está metido en una habitación más pequeña que mi armario (que vale
que no es pequeño, pero tampoco grande) en la que entran exclusivamente dicho
inodoro y una persona que, efectivamente, sube cuatro pisos andando cada día y puede
permitirse una talla 38. A parte, en otra habitación tampoco mucho más grande,
hay una ducha o bañera que puede haber sido reformada y parece una cosa normal,
o no, y entonces es un recipiente subido encima de cuatro ladrillos. En ninguno de
los dos casos dispone de cortinilla anti inundaciones, tan necesaria para gente
torpe. Aunque como dice mi madre, en la India había un grifo saliendo de la
pared del baño y sobrevivimos, así que no era el peor mal.
En
estas estaba, entrando un poco en la desesperación, cuando en la residencia
apareció una señal de wifi gratis. No había pasado antes, nunca pasó después,
fue el destino. Entré a mirar el facebook (porque es lo primero que hace la
gente que nació después de los 80 nada más que tiene conexión) y el instinto
cotilla me llevó a ver qué se cocía en el grupo de los Erasmus letones. Y se
cocía una chica que buscaba compañera de piso. Y la escribí, y ese mismo día
fui a verlo. Y lo primero que vi es a la chica en cuestión saludarme desde una
buhardilla (que luego no, luego es un cuarto piso, sólo), y según subía, el
pasillo oscuro se transformaba en uno de azulejos rosas, y acabé el trayecto en
una casita muy mona de paredes de colores, baño de tamaño medianamente normal y
ducha de diseño. La pega (que siempre existe) es que es un piso de dos
habitaciones en el que ya viven dos personas. Así que me toca hacer del salón
un lugar habitable. Pero, como ya he dicho, en la India todo era más chungo, y
aquí sólo tengo que lidiar con que mis aposentos sean lugar de tránsito hacia
la cocina.
En
cualquier caso, y aunque tardara cuatro días más en mudarme, aquí estoy ahora, con
mi internet, mi sofá cama, mi habitación azul con decoración viejuna y mi
maleta por deshacer definitivamente. Mientras tanto, hoy mi nuevo compañero de
piso me ha acompañado al ikea letón y me he hecho con un edredón con el que
pasar el frío invierno, sábanas baratísimas con flores y una almohada decente.
Y la vida tiene otro color.
Y en estas estamos mientras el tiempo (que sé yo que es lo que os interesa) se vuelve loco, y tan pronto
puedes sobrevivir con tu cazadora como morir congelada con ella. Hay noches de
estar a gusto y otras de esas en las que superas la velocidad de la luz al
ponerte el pijama. Y mañanas de olfatearte para convencerte de que la ducha no
es tan necesaria. Porque sí, en todos, se confirma, todos los edificios de la
ciudad, opinan que la calefacción sólo será necesaria cuando alcancemos los
diez grados bajo cero. De momento no hace falta encender nada. Si es verano,
dicen.