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De la pseudoadaptación al medio y más

Pues no sé, ya que me lo comenta todo el que me ve, no sé si me adapto. Que luego yo me adapto a todo, así que digo yo que habría que contestar que sí, pero si les digo eso lo mismo se piensan que tienen un país normal, y tampoco es cosa.

Ya hemos empezado las clases y son el desastre que prometían. Tenemos dos niveles pero es siempre el mismo, porque como no aprendieron nada en el primero lo vuelven a repetir en el segundo, y aun así no lo aprenden tampoco, así que me miran muy fijamente y me contestan con “sí” a todas las preguntas como, por ejemplo, “¿qué tal?” Por lo menos nos echamos unas risas.

En el desarrollo de la vida ya me he acostumbrado a que todo el mundo me mire, y ya no lo noto. Me pongo pantalones cortos y tirantes, porque de todas formas me miran si voy tapada, y como ya no lo noto, me da igual. A lo que no me acabo de acostumbrar es a que me digan lo guapa que soy. Que estáis todos pensando: “anda, anda, yo me acostumbraría a eso enseguida”, pero ya quisiera yo veros. No, porque me lo dicen los alumnos, que no han visto una blanca en la vida, y les hace como gracia, y se sacan selfies conmigo y me comentan que tengo una nariz preciosa y unos ojos grandísimo (ambas cosas son igual de regulares que las del occidental medio, pero claro, aquí no se llevan) y un pelo rizado que es la envidia de toda quinceañera, que ya quisiera yo decirles cómo gasté mi adolescencia en horas de estirarme el pelo desesperada en el espejo. Y, bueno, a que los alumnos (de otras clases) me paren por los pasillos para recalcar lo guapa que soy también me he acostumbrado. A lo que no me acabo de acostumbrar es a lo del resto de la gente. Que hoy me lo ha dicho un niño por la calle. Que el del taxi me dijo que por qué no tenía novio. Que el otro día había quedado en un bar y le pregunté al camarero que si sabía dónde estaban mis amigos y me dijo que era muy guapa, hombre, por favor, vamos a centrarnos, dónde están mis amigos. Pero que no es que esté ligando a cada paso que doy, que no es eso, que te dicen que eres guapa como si te dicen que vaya vestido feo te has puesto hoy, que es solo que tienen la necesidad de comentar las cosas que ellos ven que son obvias y comentables, que en vez de preguntarte qué tal andas te dicen que eres guapa, porque lo eres, y punto. Y no, a eso no me adapto, llamadme rara, pensad que tengo el ego por las nubes, pero yo prefiero mi habitual pasar desapercibida.

Está también lo que hacen cuando dicen sí. Que en vez de mover la cabeza arriba y abajo, como las personas de bien, abren mucho los ojos y suben las cejas. El gesto se parece mucho al que hacemos en España cuando increpamos a alguien que hace algo que no nos gusta, queriendo decir “¿qué has dicho de mi madre, eh, eh, eh?” o al que hacemos cuando algo pasa detrás de ti y tu interlocutor quiere hacértelo saber sin decirlo en voz alta por lo que sea. Así que he pasado bastante tiempo pensando que le caía mal a la gente o dándome la vuelta para ver que tenía detrás, depende de la situación o de la tendencia explícita de la persona con la que hablaba. Esto aún me tiene un poco confundida y me dificulta la comprensión no verbal inconscientemente. También, ya en otro nivel y porque tengo mucho tiempo libre, me pregunto si esto lo tendrían antes de la invasión española, y Magallanes y compañía se quedarían tan locos como me quedo yo; o lo adquirieron después, en tal caso, qué les llevó a aplicar estos gestos tan bizarros nuestros a su sí. Igual me hago un doctorado a partir de esta base y me quedo tan ancha.

El supermercado sigue siendo una de las aventuras diarias, y hoy os presento esta novedad. Se llaman patatas, parecen picos, pero no, son galletas dulces. Quién lo hubiera dicho. Si sigo así voy a acumular todos los alimentos graciosos en casa sin acabar de darles salida.



Hago amigos, también. No os asustéis. Al principio me emocionaba cada vez que encontraba en Internet un grupo activo de gente con planes para los fines de semana y las noches de diario. Ahora ya sé que es todo el rato el mismo grupo de personas que son unos motivados y se aburren casi tanto como yo. Así que por lo pronto he probado las noches de trivial de los jueves, todo un reto porque dan como 10 segundos para contestar preguntas en inglés de las que entiendo la mitad, pero me gané al personal acertando todas las respuestas sobre Pokemon y Harry Potter. Esa misma gente me ha organizado los tres próximos de semana. Y además son los mismos que bailan salsa.

Porque sí, lo primero que hice fue encontrar lugares donde se baila salsa. Y fui sola a probar. Y descubrí, de la manera más incómoda que os podáis imaginar, que aquí las mujeres pagan a los hombres para que bailen con ellas. Unos 6 euros la hora, 20 euros si quieres que bailen contigo toda la noche. Y, obviamente, ya que has pagado, ese hombre baila contigo, y solo contigo, el tiempo que hayas previamente acordado y financiado, y él te espera si tú te estás tomando algo, y luego se acerca cuando le haces señas. Esto, como digo, lo descubrí de una manera poco agradable y me dejó un poco descolocada, así que estuve una semana alejada del mundo salsero decidiendo qué hacer. Y entonces conocí al grupo de activos de Cebú y ellos bailan gratis, y todo recupera un poco la armonía que debería tener.

Un barco típico de aquí
También me fui un día de excursión en un barco a hacer snorkel por los mares del este, pero coincidió un tifón que casi hace que cancelemos el viaje y que al final se fue al norte (creo que está en Hong Kong, ahora), y nos dejó el agua un poco revuelta. Lo bueno es que no había medusas, porque aún sigo sin curarme la anterior, vivo prácticamente drogada. Es posible que nada de esto esté pasando de verdad.


Y han llegado los Pokemon, que es la mejor noticia de la semana. Y han puesto gimnasios y pokeparadas en las iglesias y lugares emblemáticos de la ciudad. Para que luego digan que no sirven para nada, yo creo que fomentan muchísimo el turismo y la socialización, que el otro día ya estuve cazando pikachus con la gente del centro comercial.

Así que ya veis, mi estrella habitual me da una de cal y una de arena, y me descoloco y me recupero con la misma facilidad. De momento no tengo bajones de nostalgia y sufrimiento, porque aún no he pasado por esos días del mes, y porque he encontrado queso malo y caro en el supermercado. Luego, cuando se empiece a notar la falta de jamón y de pan (que haber, hay, y lo llaman pan, y es dulce, todo es dulce, el chorizo es dulce) veremos. Por favor, hago un llamamiento a la gente que me aprecia, por favor, que alguien me mande Nesquik. Gracias. Os quiero.


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1 cerca de veras!:

C.Catalán dijo...

Venga Nesquick para la fina filipina marchando.

A ver, no veo yo los progresos tan claramente: ya tienes el anillo para parar al bus ese del infierno?

Bien ahí los conocimientos pokemon y de HP, sabía yo que te servirían más que cualquier doctorado sobre lenguaje no verbal (bueno, igual no)

Ya nos contarás el finde en la isla plantando árboles. Y si has cazado más horseas, que allí tiene que haber cientos.

Te queremooos!

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