Y
aquí sigo.
Aún
no hace frío, o eso dicen ellos. He de reconocer que es cierto, pero que yo me
pongo la cazadora cada día. Estoy de acuerdo con sus sensaciones de calor
porque esperaba mucho más frío, es verdad, pero bueno, digamos que aquí es
noviembre y nadie se lo ha dicho.
Lo
importante, en cualquier caso, es que brilla el sol. Y es que cuando hay luz
todo funciona, es bonito, y va bien. La ciudad entera da buenas vibraciones.
Hoy he paseado hasta una papelería para comprar cuadernos y carpetas (emoción
que sólo los profesores y estudiantes pueden entender), ya voy al supermercado
como si fuera letona (aunque sigo sin saber decir “hola” o “gracias”, pero
sonrío mucho, que a ellos les sorprende y quiero creer que lo agradecen) y
lloro de la emoción cada vez que veo cosas que me gustan, será la costumbre que
traía de no encontrar absolutamente nada conocido. No es que me alimente con
nada rico, pero lo veo y me hago ilusiones gastronómicas para cuando tenga un
piso.
Porque
no, aún no tengo piso. Conocidos me hablan de casas que luego alquilan a otras,
algunos aún no han llegado, veo otros a los que no puedo llamar porque no hablo
el idioma y la gente anda muy liada… pero hay mucho optimismo, todos creen que
mañana mismo me mudo. Mientras tanto sigo en la residencia, cada vez
extendiendo más maleta y cacharrería que prefería, al principio, mantener
compacta por la inminente mudanza. Y como en restaurantes muy letones en los
que ya os voy situando: este le va a gustar a tal, este le encantará a cual, a
este tengo que traer a todos (venid a verme). La comida no es extraña o
diferente, pero comen 5 veces más, las mismas que están más de delgados que
nosotros. Y es que, claro, aquí hace frío, necesitan más calorías que el resto
de los mortales para sobrevivir, así que cada día toca una ración gigante de
arroz o patatas con el correspondiente plato fuerte, una sopa, postre y
ensalada. Y si te lo montas bien te puede salir todo por 2 lats. Sí que se alimentan
mucho de quesos, una nata agria que le echan a todo (y que, en mi opinión, está
buena, pero no sé si he comido la suficiente), y una especie de cereal que dice
el jefe que se come porque lo daban en los colegios en los tiempos soviéticos,
y que está malísimo, pero que mi compañero es muy fan y se lo pone a todo.
En
otra línea, las clases sí son diferentes. Los alumnos son mucho más parados,
menos habladores, y bastante más difíciles que otros que haya tenido. Porque ni
siquiera preguntan cuando no entienden, así que lo tienes que deducir de sus
miradas inquisidoras, nada fácil teniendo en cuenta que son habituales y que
tampoco se puede adivinar por sus silencios, que son continuos. Me voy
defendiendo, aún así, porque son majos, y se les ve. El primer día me trajeron
un ramo gigante de flores, costumbre heredada de la época soviética, me dicen,
y asumo que tengo que investigar más la historia del país. Y dan un poco de
miedo, tan altos todos, tan rubios y angelicales, tan guapos y perfectos… me voy
adaptando, no creáis (no me estoy haciendo ni alta, ni rubia, ni angelical, ni
guapa, ni perfecta, pero me acostumbro a que los demás lo sean).
Y
sigo mi rutina, poco emocionante. Espero que la próxima vez os pueda escribir
desde el wifi de mi acogedor piso en el centro. Cruzad los dedos, que me llegue
vuestra fuerza.
2 cerca de veras!:
Qué emoción: un nuevo país, nuevos amigos, nuevas experiencias y nuevas historias. Te sigo las aventuras y espero con impaciencia a que encuentres ese pisito: por favor, empieza a subir fotos. Yo también quiero alegrarme la vista con seres angelicales :)
Espero que para cuando vayamos, conozcas ya la historia del país y te hayas empapado un poco de todo para que nos puedas hacer de guía, que todo parece suuuuuuper interesante.
Te mando toda mi energía para que encuentres ese piso chuli en el centro, ya verás como enseguida llega ;)
(rubia no, alta tampoco, angelical... depende, pero te queremos así y así eres perfecta, reiiiiiiina)
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